
Después llegaron al almacén de Octavio pero no había galletitas. En el de enfrente capaz sí, pero nunca cruzaban porque a los 7 años no debían hacerlo. Agustina suponía saber cruzar, y Cecilia ni idea. Igual la ciudad de Rojas es chica y la avenida no es tan grande, dijo Agus, y Cecilia pensó en ocho mil autos y una autopista.
Cruzaron, entonces. La sangre también fue roja.
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